Biblioteca Popular José A. Guisasola





La hormiga Jovita barría la puerta de su casa. Barría para adelante, para atrás, para un costado y para el otro costado, ¡chas chas... chus chus... chis chis...! con su escobita de yuyos secos, cuando de pronto chocó con algo redondo y dorado que brillaba cerca de su pata delantera izquierda.

—¡Uy! ¿Qué será eso? ¡Nunca lo he visto! —Y se acercó tratando de descubrir qué era, pero el reflejo de la cosa dorada y redonda le hizo entornar los ojos y no vio nada.


Entonces alarmada por semejante fenómeno, corrió hasta la casa de su amigo escarabajo y le dijo con voz entrecortada y casi en secreto:

—Don Escarabajo... Me parece que ahí, en mi vereda, está el sol.


—¿Y con eso qué, doña Jovita? ¡Acaso todos los días no pasa lo mismo en su vereda!

—No, amigo... Usted no me entiende. ¡Está todo el sol entero tirado en mi vereda!

—¿Cómo dice? ¿Todo el sol tirado en....? No entiendo bien.

—Dígame, don Escarabajo... el sol ¿no es redondo, brillante y dorado?

—Sí... Así es...

—Entonces no me cabe ninguna duda. El sol se ha desprendido del cielo y ahí está el pobre, desmayado en mi vereda... ¡Seguramente por el porrazo que dio al caer!

El escarabajo abrió enormes los ojos y salió corriendo a ver si era cierto. Llegó, miró, pestañeó, movió la cabeza y dijo:

—Tiene razón amiga Jovita... es el sol... ¿Qué hacemos?

La noticia corrió enseguida por todo el jardín y una nube de bichitos comenzó a revolotear frente a la puerta de la hormiga Jovita. Algunos pretendieron alzarlo, pero el sol era tan pesado que los hizo caer a todos patas arriba. Por fin entre aleteos y zumbidos se oyó la voz de una mariposa que decía:


—Yo creo que lo mejor será llamar a Gregorio, el jardinero.


Así lo hicieron. Entonces Don Gregorio llegó al lugar y al ver lo que le señalaban los bichitos, pegó un salto de alegría y gritó:

—¡Ah...! ¡la moneda peruana que se me había perdido! ¡Muchas gracias!


Y con toda facilidad se metió el sol (es decir, la moneda peruana) en el bolsillo... y se dispuso a comenzar su tarea en el jardín, mientras los bichitos lo miraban con la boca abierta de asombro. Como estaba tan contento, esa mañana el trabajo rindió más y las flores estuvieron más perfumadas y los yuyitos más verdes y las piedritas más coloradas.

Y cuando llegó el cartero a la puerta y dijo:

¡Qué lindo está hoy el jardín!, el cascarudo, parándose en medio de un cantero con las manitos en la cintura le contestó:

—¡También... con ese jardinero que lleva el sol en un bolsillo...!


FIN



El sol en un bolsillo. Un cuento popular,
versión de Marta Giménez Pastor


El sol en un bolsillo | Juan y su caballo que comía jardines
Estos dos cuentos, cortitos y ágiles para manos chiquitas, con lenguaje sencillo formaron parte de una colección llamada “Cuentos de la vereda” dirigida por Hebe Duprat y Susana Itzcovich. Junto a Marta, también participaron de esta simpática colección talentosas autoras como Beatriz Ferro, Laura Devetach.

Fecha de publicación: 1977
Editorial: Propuestas – Colección Cuentos de la vereda
Ilustraciones: Luis Costa

Visto y leído en:

Cuadernillo de actividades para la Continuidad Pedagógica -Educación Inicial- ACTIVIDADES PARA REALIZAR EN EL HOGAR
https://cdn.continuemosestudiando.abc.gob.ar/uploads/1048086e-f3ac-4732-a962-4e6d637775ec.pdf
ISSUU - Giménez Pastor - Viacava - Buenos Aires, AR
https://issuu.com/libros_para_chicos/docs/martagimenezpastor.com
Página Oficial de MARTA GIMÉNEZ PASTOR, realizada por su familia
https://martagimenezpastor.com/
https://martagimenezpastor.com/el-sol-en-un-bolsillo-juan-y-su-caballo-que-comia-jardines/

Copyright © Herederos Marta Giménez Pastor


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Créditos: Garabatos sin © (Adaptación de Plantillas Blogger) Ilustraciones: ©Alex DG ©Sofía Escamilla Sevilla©Ada Alkar

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